No necesito recorrer el mundo
para saber que te quiero
aquí
a mi lado.
Da igual Bangkok o Madrid
si echo de menos el olor de tu tabaco,
nuestras hipótesis absurdas
y aquellas miradas desnudas.
Que incluso las peleas me saben
ahora
menos amargas.
La falta de palabras,
la eterna inefabilidad
lo explica todo.
No fue perfecto, pero sí auténtico.
Pocas cosas reales quedan ya
en esta insoportable levedad.
Avísame cuando esos ojos
oscuros
dejen de ser dos agujeros negros.
No necesitas verme recorrer el mundo
para saber que te espero
aquí
allí
en cualquier parte.
No necesito recorrer el mundo
para saberlo.