La imagen de la muerte me persigue.
Incluso en la niñez, donde no existe.
He soñado con el momento en que todo acaba,
con la destrucción,
con el fin del cuerpo y del alma.
Pero en vez de seguir durmiendo eternamente, me despierto.
Creo que a veces grito con el sudor recorriendo mi almohada.
Aunque la vida tiene fecha de caducidad
nadie sabe decirnos
ni cómo
ni dónde
ni cuándo.
Piso con cuidado en este mundo lleno de prisas
para que no nos encuentre.
No todavía.
Después de todo, no sé quién soy. A ratos se me olvida.
¿Cuál es el precio de la vida? ¿El de la muerte?
La imagen de la muerte me persigue.
Incluso en la niñez, donde no existe.