Niña, deja que te abrace y bese tu vientre
en esta noche oscura.
Permite que seque tus lágrimas
antes de que tus ojos empañen el cielo gris.
Niña, vuelve a casa, que te estoy esperando.
Ten cuidado que el camino es de cal y espino.
Dame la mano, niña, que te ayudo a cruzar el río.
No te mojes los piececitos que el viento es frío.
…
Pero bajo el rumor de las hojas la niña corre sola, descalza y sin ropa.
Huye como loca de los gritos que la nombran.
Su piel es mármol y su alma está de luto.