Ciclogénesis

Anoche soñé que la nieve ardía,

y yo era más que un simple mortal.

Soñé que de la fricción de nuestros cuerpos nacían semillas de amapolas y la cama se impregnaba con su olor.

Soñé que la nieve no era tan amarga como el futuro.

Pero esta ciclogénesis que es tu cuerpo, me zarandeó hasta que los ojos -perdidos en otra órbita- despertaron para mirarte.

Atrapado de nuevo en este cuerpo,

me sentí como un Robinsón en su isla.

Y decidí, como un mero espectador de mi vida, esperar a que el huracán tomara su rumbo hacia cualquier otro desencuentro planetario.